lunes, 28 de julio de 2008

Día 2. El día más largo de la expedición: De Tenosique a las cascadas de Reforma.

Efectivamente, el primer día de la expedición fue el más largo y agotador. Empezamos la jornada a las 5 de la mañana para poder presenciar los preparativos para la Danza del Pochó la cual habían preparado especialmente para nosotros, a partir de ahí comenzaron toda una serie de acontecimientos que en conjunto nos hicieron llegar a nuestro primer objetivo, las Cascadas de Reforma (sobre el Río San Pedro) a las 2 y media de la mañana. Las cosas estuvieron más o menos así:

El grupo de danzantes que nos recibieron en aquel paraje cerca de Tenosique, conocían a la revista y al nombrarla se comenzaba a respirar respiraba cierto aire de seriedad que inmediatamente nos encargábamos de romper con alguna broma; momento ideal para disparar las cámaras. Alfredo por un lado, buscaba los mejores fondos para hacer retratos de los personajes y los danzantes conforme acababan de vestirse nos seguían para ser fotografiados y darnos la explicación de su rol en la danza y parte de sus vidas; ya que todos ellos a parte de bailarines, tienen otras ocupaciones y oficios.
 


Una vez que terminó la danza, varios de los personajes se fueron quitando los ataviares y fuimos a la carrera de cayucos. M tocó ir en la caja de un camión con algunos, ya fuera de todo compromiso y entre vestuarios, paja, lodo y tortas aplastadas, fuimos platicando del gran carnaval que se realiza año con año y de lo increíble de los trabajos de ambas partes. 
Al llegar al río ya había gente esperando, había más gente como público que participantes. A pesar de que sabíamos de su existencia, no conocíamos la convocatoria, ahí nos la entregaron, con ello empezamos los preparativos y a distribución de los remadores de parte del equipo de México desconocido para la competencia.



Como podemos ver la convocatoria decía: "solo cayucos de madera", y la sorpresa para todos fue ver que a la carrera llegaron sólo 4 cayucos, había mucha gente que esperaba competir pero ya no tenía cayucos de este tipo. Todas las embarcaciones son de fibras pláticas y en su mayoría con motor; la carrera fue divertida y más que eso, interesante. Ver navegar estas embarcaciones y a la gente que lo ha hecho durante toda su vida fue muy ilustrativo, en especial para la María Eugenia (arqueóloga) quien ve en sus técnicas, el modo real de remar y maniobrar una embarcación como la nuestra, aunque mucho más pequeña. Al terminar la carrera se realizó una sencilla premiación.  El ganador fue Juan Padilla May, quien parecía que traía un motor escondido en su pequeño cayuco.

Al terminar fuimos por vía terrestre a Pomoná, zona arqueológica de la cual se sabe que sus restos están bajo la selva en una extensión mayor a 40 hectáreas, la zona arqueológica es sencilla con una gran explanada central, su ubicación, a pesar de que no es muy cercana del río Usumacinta, si es estratégica para ciertos periodos tardíos del comercio maya. 


En la zona arqueológica platicamos con los arqueólogos de lugar y nos dieron una extensa explicación arriba de una de las pirámides. El equipo para ese momento se estaba integrando, en realidad nos conocíamos 4 de nosotros, pero el equipo de Tabasco traía mucha enegía y en breve ya parecía como si nos hubiéramos conocido desde hace mucho tiempo. 
 
Una vez que salimos de Pomoná, nos dirigimos nuevamente hacia Tenosique y fue ahí donde comenzamos formalmente con la expedición en río. La salida fue rápida y llena de ánimo, a lo largo del camino nos detuvimos un par de veces para tomar de la orilla del río lianas o maderos que nos ayudaran a construir el techo para el cayuco, hubo otras paradas para revisar el mapa y organizarnos. Comimos en el cayuco, con los restos de las lianas comenzamos a hacer collares y pulseras. Fue chistoso, las bromas entraban en el concepto de nuestra expedición, es decir: no todos los mayas eran navegantes, los había artesanos, artistas, etc... cada quien escogió el maya y oficio de su preferencia y así nos mantuvimos navegando por toda la tarde. 
  
Como detalle curioso, (en la fotografía de abajo) el equipo buscaba la parte del río en que nos encontrábamos, pero nunca la encontramos ya que el mapa era de Campeche. Por fortuna los guías que nos acompañaban sabían perfectamente el entronque con el Río San Pedro, donde se navegaría río arriba hasta llegar a las cascadas de Reforma, nuestro último punto del día. 


Al llegar al entronque, ya de noche, creíamos que sería un reto fácil, pero no contábamos que con las lluvias se habían creado otros brazos del mismo río, por lo que después de varias horas de navegar casi a ciegas, tuvimos que pedir auxilio a uno de los lugareños para que él pudiera dirigirnos hacia las cascadas de forma segura. Su esposa le decía: "No vayas, quien sabe quienes son, ya son las doce de la noche.... buen al menos dime a que hora regresas". No reíamos, pero sabíamos que desde su punto de vista tenía razón. 15 personas en una cayuco gigante a las 12 de la noche en medio de la nada... no era muy común. 
  

Llegamos a las 2:30, gracias al guía de última hora, sin él hubiésemos llegado no antes de las 5 de la mañana, había muchos brazos y corrientes encontradas con las que no contábamos. Al poco tiempo escuchamos las cascadas, sabíamos que habíamos llegado más eso no quería decir que estábamos a salvo. El agua en el río estaba baja, llegamos a la orilla sin problema, levantamos el campamento y todo concluyó más de 20 horas después de nuestras primeras tomas.

2 comentarios:

  1. hola me gusto su documental soy de tenosique pero no vivo ahi y cuando veo algo de teno me emociono y valoro la riqueza de mi tierra me llamo damaris

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